viernes, 18 de octubre de 2013

Prólogo

Prólogo


O’Classie Valerie – Aleathis State’s – 24 de Diciembre de 1758



Él me miraba.
Había regresado. Después de tanto tiempo, ahí estaba él mirándome fijamente; y no estaba realmente contento. Había odio. Sí. Mucho odio en su mirada.
Nos rodeaba una intensa niebla, y solo nos acompañaba el insignificante resplandor de la luna llena que reflejaba la sed en sus ojos consumidos por la inmensa oscuridad.
Me puse en guardia, pero él no atacó.
Apenas se divisaban nuestros perfiles en medio de la bruma. Se acercó lentamente, parecía estar preocupado. «Obviamente no por mí» Pensé. Me dio una leve sonrisa maliciosa, que apenas pude notar que le daba gusto verme. Eso me asustó como el infierno. Tengo que admitir, que de todas las personas y los seres que habitan la faz de la tierra y el otro mundo, mi hermano era a la última criatura que preferiría hacer enfadar. «Solo quiere burlarse. Me dije a mis adentros—. Es más fácil si lo hace desde tierra» Era un tanto absurdo y humillante. Me sentí como un niño, solo, asustado, sin refugio, impotente frente a una situación que sí fuese una persona normal (entre lo que se puede considerar una persona normal) la hubiese asimilado, peligrosa,  crítica y abrumadora.
No vine con intenciones de matarte. Me dijo con su auténtico tonito burlón.
A lo lejos alcancé a escuchar una leve risa sarcástica. «Lo sabía, solo quiere burlarse» Pensé.
Tampoco vine a burlarme, Elliotte. Dijo secamente. Había olvidado por completo ese vínculo entre nosotros, después de todo somos hermanos, somos gemelos.
«Leer el pensamiento. Dije a mis adentros—. Muy maduro, Cederick»
Él rió nuevamente.
Tal vez… Pero debes admitir que es un tanto astuto.
Que bajo has caído. Dije al fin tratando de no perder la calma—. Esto es un ultraje. ¿Cómo te atreves a invadir en mis pensamientos? Se supone que el pensamiento es personal, es privado. Agregué un tanto enfadado.
Bueno, bueno. Está bien, calma hermanito. No he venido a burlarme, de ser así ¿No crees que este lugar es muy poco público? Podría haber intentado por lo menos que la arena no pareciera un maldito cementerio. Volvió con su sarcasmo, eso era ya algo inevitable. Él era inevitable, su arrogancia, su ego, eran cosas comunes en Cederick. ¿Pero cómo no iba a comportarse de esa manera? Siendo el chico prodigio de la familia y el heredero perfecto, ¿Cómo no ser egocéntrico o arrogante?
El consentido de la familia.
¿A qué has venido? No he escuchado a ningún sonajero todavía. Le pregunté sin vacilar, no quería perder mi tiempo con Cederick si no era nada de qué preocuparse.
Muy observador. Comentó. A pesar de su comentario sarcástico, está vez parecía hablar en serio—. No es eso, Elliotte.
¿Entonces que te trae hasta aquí?Pregunté preocupado. ¿Qué rayos podría traer a Cederick de nuevo a tierra?, Y más aún. ¿Cómo diablos pudo escapar de las llamas del infierno, o aun peor de las garra de Sulled? Era confuso, la verdad muy confuso; como vi que no respondía, repetí la pregunta—: ¿Qué te trae hasta aquí, Cederick?
Escucha bien —Espetó—, no tengo mucho tiempo. La puerta solo se abrió para que saliera uno y entrara uno.
¿Entonces has venido solo?Eso no es común de Cederick, no es que sea un cobarde pero salir sin una buena defensa no es algo que él haría.
Basta de preguntas. Dijo con brusquedad. Algo no tanto extraño de él—. Hubo un cambio de planes.
«¿Un cambio de planes?Me dije¿A qué rayos se refiere?»
Sulled nos consiguió una segunda oportunidad
¿Cambio de planes?, ¿Una segunda oportunidad? ¿Sulled? ¿Qué diablos intentaba decirme? ¿A caso los Dioses iban a devolverme a Romic?
Sé lo que estás pensando, y no es así. Por un momento mi corazón se había acelerado, pero al escuchar esto se volvió lentamente a su estado gélido—. Espera la señal, tus sabrás cómo reaccionar. Ella debe cumplir su misión y nosotros corregir un error. Su voz se desaparecía lentamente con la bruma. Era como si se volviese polvo.

Y ahí me encontraba, solo nuevamente, arrodillado en el oscuro y húmedo pasto. Lamentando mi absurda existencia. Deseando despertar envuelto en mis sábanas blancas consumido en su cuerpo, en su sensual figura, en sus besos hasta en mi último aliento, pero ya era tarde. Todo había acabado y yo la había perdido. Ya no podía hacer nada para cambiarlo. Quizás esta segunda oportunidad que mencionó Cederick sea útil, para mí, para él y en especial, para todos los humanos.