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El Fantasma Del Profesor Silver
Enfermería 1:35 pm. – Silvercry High School. –
Overworld City, Aleas.
Una vez ya dentro de la enfermería, la enfermera la
revisó para verificar que todo estuviese en orden. Mientras, Rose no podía
sacarse la imagen de ese hombre de la cabeza, ¿quién era aquel hombre? ¿Cómo es
que sabía su nombre?
Estaba tan confundida.
Por un momento estuvo a punto de preguntarle a la
enfermera si había oído o visto alguna vez a un hombre con esa descripción
dentro de los perímetros de la secundaria. Pero dudó. Ese hombre aparentaba ser
de otra época. «¿Un fantasma?» Se preguntó a sus adentros. Podría ser. Pero, ¿cómo
podía saber su nombre? ¿Por qué motivos la llamaba?
No era la primera vez que Rose veía a algún
fantasma, pero aquellos nunca le habían causado tanto miedo. Ninguno de
aquellos le había dejado esa sensación de vacío en su interior.
¿Tendría un nombre? Por supuesto que lo tendría,
los fantasmas eran los espíritus, las almas de personas que habían habitado
alguna vez la tierra, y toda persona tenía un nombre que su alma conservaba aún
después de morir. Pero… ¿Qué razones tenía para mirarle así? ¿Estarían
vinculados de alguna manera?
Rose estaba demasiado confundida. Y sentía que era
algo que debería saber, que debería averiguar. Aunque al mismo tiempo algo
dentro de ella le rogaba a gritos que no, que no debía, que era una locura,
pero la curiosidad era mucha. De todas formas se sentía con derecho a saberlo.
—A parte del dolor, todo está bien —le sonrío la enfermera—. Espera aquí. Voy a buscarte los comprimidos para tu dolor al cuarto de
suministros.
Rose asintió.
Justo al abandonar la enfermera el cuarto, todos
los chicos entraron. Parecían preocupados. Y Rose la verdad no sabía que
aparentar.
—¿Te sientes mejor? —Preguntaron todos al mismo tiempo. Rose se rió, había sido tan
graciosa la manera en que todos lo preguntaron al unísono.
—La enfermera fue a buscarme unos comprimidos para
el dolor —ellos dieron un respiro de alivio. Al parecer si
se preocuparon, observó Rose complacida.
—Pensé que te iban a llevar al quirófano —comentó Jessica aun un tanto preocupada.
Rose giró los ojos y rió de nuevo. «Que ocurrencias ¿Al quirófano por un balonazo?»
Pensó.
—Jess, la golpeo un balón no un meteorito —aclaró Ruth tornando los ojos.
—Ouh… Perdón.
—Perdonada, Jess —le dijo Rose.
Ella era tan dulce e inocente. Algo tonta, pero
dulce e inocente.
—Rose —Joe le miró un tanto intrigado—, ¿por qué no esquivaste el balón?
Esquivar el balón. Esa hubiese sido una muy buena
estrategia si hubiese sabido que el balón venía hacía ella. Pero no, no lo
sabía. Todos le miraban esperando una respuesta. ¿Qué debía hacer? ¿Les hablaba
sobre el hombre del sombrero? O, ¿simplemente solo les decía que no había visto
el balón? De una u otra forma no les estaría mintiendo. «De verdad no lo vi. Ouh bueno… me refiero al balón» Lloriqueó internamente haciendo una
mueca.
—Mmm… Yo… —Balbuceó. Cerró los ojos tratando de pensar
«Vamos, ¿ahora qué digo? —Se preguntó—. Ya abriste la boca Rose Nathalie. Ahora di algo» Se auto reprendió —estaba distraída… —«Perfecto, ¿pero
distraída con qué? Piensa bien».
—Muy observadora, Einstein —bufó Joe sarcástico—. Ahora que has resaltado
lo obvio. Nos
gustaría saber: ¿Con qué te distrajiste?
—Joe parecía muy
intrigado. Y Rose estaba deseando que la enfermera llegara para así no tener
que decirles nada. Por lo menos no aun.
—Habla, Rose. Te encuentro nerviosa —Roseanne tenía razón. Estaba nerviosa. No. Estaba
asustada.
Las manos le sudaban. No sabía qué decirles. No
estaba segura de que sí les decía sobre el hombre, le iban a creer.
—Me distrajo…
«Ok. ¿Qué vas a decir tonta? Es complicado. Piensa con calma. Existen
muchas respuestas que puedes dar en vez de decir que viste a un hombre extraño,
de otra época, vestido de traje negro y un sombrero. Hay muchas cosas con las
que una chica de 16 años se puede distraer… ¿Pájaros tal vez? Ah está bien.
Perfecto, ¿qué edad tienes? ¿Cinco? Podrías mejor decir que viste un unicornio».
—Un hombre —dijo al fin y se maldijo por ello. De todas las
respuestas que pudo haber dicho soltó “Un
hombre”, ¿para qué se había esforzado tanto en pensar una respuesta que
sonara más lógica?
—¿Un hombre?
—Peguntaron todos
sorprendidos.
No quedaba de otra, tendría que decir la verdad.
—Sí… —Bajó
las pestañas—. Parecerá
una locura pero…
—Pues lo es —concordó Roseanne Interrumpiéndola—. Hay muchas razones por las que eso suena a
locura…
—Déjala terminar, ¿quieres? —Pidió Joe disgustado.
—Por favor. Primero y principal Rose no se distrae
viendo a hombres. Lo sé, la conozco de toda la vida. No existe ningún chico en
la faz de la tierra que la conmueva.
Todos la miraron sorprendidos.
—¿En la faz de la tierra? ¿No estarás exagerando,
Roseanne? —Preguntó Ruth con incredulidad.
«Eso es Ruth defiéndeme. No soy una insensible» Quiso decir Rose.
—Afffsss… Bueno. Y segundo. Rose estaba mirando
hacia las bancas de descanso, y en las bancas no había ningún hombre. Ni en
ellas y mucho menos detrás.
Perfecto. Su teoría estaba confirmada. Era un
fantasma. Ahora tendría que defenderse o la creerían loca. Probablemente ya lo
hacían.
—¿No sería un fantasma? —Mencionó Nethan en forma de burla y riendo. Aunque para ella no fue
nada gracioso.
—¿Un Fantasma? —Repitió Roseanne sonando cansada.
El cuerpo de Joe se tensó. «¿Será
posible?» Se preguntó
a sí mismo, deseando intensamente estar equivocado.
—Tal vez, ¿cómo era? —A Rose le sorprendió la tensión en la pregunta de Joe. Pero hasta
ahora, era el único que se lo estaba tomando en serio.
—Oh, vamos —se quejó Nethan—. Solo
fue una broma.
—Cállate —exigió Joe, y a todos les
sorprendió la firmeza en su voz y la seriedad en su rostro. La misma expresión fría
y calculadora que tenía en el aula de clases cuando Finley estaba narrando la
historia—. ¿Puedes decirme como era, Rose?
La chica asintió.
—Era alto y tenía el cabello largo
atado con una cinta roja —comenzó mientras recordaba.
—¿Tenía una levita, pantalones negros y un
sombrero alto de franja roja?
—Preguntó Ruth
pensativo.
Ella lo miró anonadada.
—Sí. Algo así, ¿tú también lo viste? —Quiso saber. Sí Ruth también lo había visto era
la prueba de su cordura.
—No, la verdad, ¿era mayor, como de… 50? —Ruth no lo había visto. Pero sabía cómo era.
—Eso creo, pero, ¿cómo lo sabes si no lo viste? —Quiso saber.
—¿Es un fantasma? —Preguntó Roseanne también algo asustada.
—¿Tú crees…?
—Ruth miró a Joe
como pidiéndole permiso.
Joe estaba serio y tenso.
—Tal vez sea lo mejor, Ruth —afirmó
este con voz neutra, provocándole escalofríos a Rose—. Ella tiene derecho saber
quién era.
Ahora esto si la estaba asustando. ¿Ellos sabían
quién era?
—¿Seguro? —Ruth dudó— ¿Y si nos
equivocamos?
Joe negó con la cabeza. Estaba
mirando un punto lejano en la pared blanca de la enfermería.
—Hoy es 13 de Marzo, Ruth —comentó
Joe como si esa fuese una fecha significativa—. El día está cerca.
—¿Qué nos van a decir? —Esta vez, Rose no solo quiso saber. Está vez exigió saber— ¿Qué día está cerca?
Pero ninguno de los dos la miró.
—Demasiado cerca, diría yo —exhaló
Ruth—. ¿Entonces les decimos sobre…?
—Silver, sí —le cortó Joe volviendo
su mirada al grupo, ya no había ningún rastro de la seriedad que había poseído
hace unos segundos, era nuevamente el típico Joe—. Creo que sería lo más conveniente.
—Ciertamente… —Dijo Ruth y todos se volvieron a verle sorprendidos
«¿Ciertamente qué? ¿Ciertamente era un fantasma?» Se preguntó Rose.
—Lo más probable es, que eso que acaba de ver Rose
—continuó Ruth—, sea el fantasma del famoso Profesor Christian
Silver.
Sintió que se ahogaba. ¿El fantasma de un
profesor?
—El fantasma de Solercry —asintió Joe.
—¿Solercry?
—Jessica robó las
palabras de la boca de Rose.
—Correcto —respondió Ruth.
—¿Seguro?
—Preguntó Roseanne
un poco confusa.
—Oigan, un momento —se quejó Nethan—. ¿Qué rayos es Solercry? Y ¿Quién demonios era ese
profesor? ¿Por qué dijeron “El fantasma
del famoso profesor Christian Silver”, eh? Tal vez no era tan famoso,
porque yo no lo conocía.
—Net —gruñó Ruth—, tú odias
historia. Si prestaras más atención a clases lo sabrías.
—¿A cuál clase? —Balbuceó Jessica—.
¿A la de fantasmas? Porque creo que no reuní los suficientes créditos para esa.
—No, Jess —contesto Ruth sonando
aburrido—. Esa no es una clase. Pero la leyenda de Silver es una historia que
todos los profesores están obligados a contar, precisamente la leyenda los
obliga.
—¿En serio creen que sea ese
fantasma? —Preguntó Rose aún confundida.
—Según tu descripción, es la respuesta más
cercana… y obvia —dijo Joe cruzándose de brazos.
Rose se estaba sintiendo algo mareada, y eso no
tenía nada que ver con el golpe. ¿En realidad esto estaba pasando? O… ¿Les
estarían ellos jugando una broma?
—¿De verdad? Yo solo lo decía bromeando —comentó Nethan un tanto incrédulo.
«Que te quede claro para mí no fue ninguna broma. Yo vi a ese tipo y vi
cómo me observaba. Y también lo escuche llamarme» Quiso gritarle Rose.
—Pero acertaste —aseguró Ruth antes de que ella fuese capaz de
formular palabra—. ¡Deberías
leer las cartas brujita!
—Agregó burlándose.
Si Rose no lo conociera diría que de verdad se
estaba burlando de Nethan, pero muy bien sabía ella que el solo trataba de
aligerar la tensión que empezaba a formarse en el grupo.
—Basta —exigió Joe—.
La secundaria Solercry, fue fundada hace más de
200 años. Pero es desde alrededor de siglo y medio que está cerrada y olvidada —se mojó el labio—. La prisión del maestro, así llamada por muchos,
es la pesadilla de toda persona que viene a estudiar o a trabajar en nuestro
instituto; ya que Solercry se encuentra detrás de los muros de esta
institución… Para ser más específicos, en el patio trasero.
Joe miró Rose fijamente por unos segundos. Con
esa mirada que no necesitaba palabras pronunciadas para entender quién estaba
al mando, y que exigía que dijeses algo al respecto, una contestación. Una
confirmación de que entendías lo que decía, pero Rose casi no entendía, al
menos no el por qué. Y la verdad no tenía idea de qué podía decir.
Miró a su alrededor, y se fijó que todos—al igual que Joe le observaban.
—¿De nuestro instituto? —Querían que ella dijera algo. Pues ya lo hizo
—Precisamente —asintió Ruth—, y el fantasma del profesor Silver, es el espíritu
de un antiguo maestro de música que trabajó allí… Se destacaba en el piano, y
era el profesor más querido por todos sus estudiantes… Su muerte causo mucho
dolor, tanto que dicen que a los estudiantes les costaba entrar al colegio y no
ver su cara sonriente para recibirles.
—Wow… Qué triste. Debió ser muy duro para ellos —dijo Roseanne.
Ella no estaba conmovida. Lo dijo para no quedar
fuera de la conversación. Rose también la conocía a ella, y podría decir que lo
esperaría más de Jessica. Bueno, de Jessica esperaría todo un acto, ya que
destacaba por ser toda una reina del drama. O la reina de las tonterías.
Roseanne era más el tipo de chica capaz de
patearte el trasero en cualquier momento… y bueno, Rose… «Yo
soy solo yo —se dijo—, lo único en que
puedo destacar es en las clases. Yo soy la chica genio» Sin mencionar la chica que ve cosas. La rarita del grupo.
—Sí... ¿Pero qué tiene que ver este colegio con el
Solercry? —Volvamos a lo importante. Necesitaba más
información sobre ese colegio y su conexión con el instituto y en especial con
ella. Pero esa parte no la iba a admitir en voz alta, ya era suficiente para
ella que su familia la calificara como el miembro extraño de la familia—. ¿Existe algo que los vincule?
Porque no encuentro otra explicación para ello.
Joe enarcó una ceja.
—Y yo que creí que tú eras la chica genio —sonrió—. ¿No
deberías saberlo, presidenta? ¿No se
preocupó usted por conocer la historia de su
instituto?
Ella frunció el ceño.
—Conozco la historia de nuestro instituto, Sr. True —le informó
algo enfadada—. Pero no esta versión
de la historia.
—¿Y te la crees? —Preguntó Nethan
escéptico—. ¿Crees en esas tonterías de los jodidos fantasmas?
Rose le dirigió una mirada significativa reprimiéndole.
—Cuida tu boca, Paxton —le advirtió—.
Existen cosas en este mundo que desconocemos, y algunas que desearíamos no
conocer. No todas las almas son buenas, tampoco todas son malas… Pero ninguna
de ellas titubeará al momento de la venganza. Así que cuida tu boca, o un día
de estos te arrepentirás.
A Nethan se le pusieron los pelos de
punta. No importa lo hermosa y ardiente que fuese esta chica, a veces era
espeluznante.
Joe se aclaró la garganta llamando
la atención de todos.
—No podría haberlo dicho mejor,
Ángel —afirmó.
—Pero podrías haberlo hecho sonar
menos escalofriante —se atrevió a mencionar Roseanne.
—En lo absoluto —respondió Joe
fijando la mirada en Rose—. Un día el Prof. Silver llegó tarde al colegio, algo que no era muy
común… al entrar en su aula de clases, sus estudiantes le preguntaron la razón
de su tardanza, y el solo les mostró una soga, la cual ató en el techo y antes
de colgarse les dijo: “Jamás tomen
decisiones precipitadas, aprendan a esperar, a querer y a valorar… Perdónense
primero a ustedes mismos, antes de pedir el perdón de Dios… Tomen mis
condiciones y mi historia como ejemplo, y así tal vez su futuro distinto pueda
ser”… —Se mojó el labio—. Al culminar sus palabras, Silver tomo la soga y se ahorcó frente a su
clase.
Jessica ahogó un grito, y Rose podía escuchar a
sus amigos gemir ante el final atroz de la historia. Pero ella solo podía ver a
Joe a los ojos mientras esperaba que el continuara. Había algo más detrás de aquella
historia, algo que él no le estaba contando.
—Se ahorcó frente a su clase —repitió
Ruth incrédulo en voz tan baja para que solo Joe pudiese escucharle—. Nunca me
dijiste como había sucedido, siempre pensé que aquello solo eran rumores.
Joe negó con la cabeza.
—Eso es real —afirmó en voz
igualmente baja—. No hay necesidad de por qué mentir sobre ello, y si no te lo
dije antes es porque no quería que crecieras con tal asquerosa imagen en tu
cabeza, Ruther.
—¿Eso es todo? —Preguntó Rose mirando nuevamente hacia Joe.
Este abandonó su conversación privada con Ruth y
se volvió hacia ella.
—Después de lo sucedido, dicen que nadie podía
entrar al colegio, según, porque el fantasma del profesor Silver atormentaba
las mentes de todo aquel que lo conoció —prosiguió—.
Cerraron Solercry, Y decidieron edificar una
nueva escuela en su nombre, en el nombre del Profesor Christian Lafayette
Silver —pasó sus ojos por
encima de todos los ocupantes en la habitación—. Silvercry. Nuestro amado Instituto Silvercry High
School.
Atónitos no era la palabra exacta para definir
como los había dejado aquella información a todos en la sala de enfermería.
Rose estaba boquiabierta. Casi ni se lo podía
creer, pero era lógico. Un colegio creado en honor a—más que todo bajo el nombre de— Christian Silver. El Silvercry. Silver-cry High School. Tenía mucho
sentido. Lo habían hecho así no tanto como un honor, sino como un contrato.
Ellos edificarían un instituto con su nombre y el dejaría a todos en paz. Solo
que a todo el mundo se les olvidó mencionar el hecho de aquel nombre y ahora
Christian Silver parece haberse cansado de esperar.
—¿Y cuál es la leyenda? —Preguntó Nethan nervioso y comiéndose las uñas.
—¿Leyenda?
—Repitió Roseanne
extrañada.
—Claro. Toda historia de fantasma tiene su leyenda
—contestó Nethan girando los ojos—. ¿Verdad? Es como las tumbas de los faraones:
Todas tienen su maldición.
Joe asintió con la cabeza y Roseanne lo miró con
el ceño fruncido. Esa expresión lo decía todo. Ella pensaba que eso era una
completa locura. En realidad, tres personas en aquella habitación —Incluyendo a Nethan— pensaban que todo eso era una completa locura.
—No precisamente una leyenda, Net —aclaró Ruth—. Ya que leyenda se denomina a aquellas historias
ficticias, pero esto es real —Nethan frunció los labios, escéptico y se encogió
de hombros—. Pero todos suelen llamarle así, una leyenda…
Dice: “Toda alma inoportuna que irrumpa en sus tierras, cargara con sus pecados
y llevará su alma a cuestas. El dolor que él ha padecido, será su justo castigo
y cada gota de su sangre alimentará a los testigos”.
Roseanne frunció el ceño.
—Eso no tiene sentido —masculló en
protesta—. Es una tontería. Suena a un maleficio de esas brujas huecas en los
dibujos animados. Es ridículo.
Rose se mordió el interior del labio, para ella
esto no era nada ridículo y aunque tampoco le encontraba mucho sentido, no le
pareció del todo mal pronunciado.
Joe observó otra vez al punto invisible en la
pared con las manos en los bolsillos de sus pantalones blancos.
—¿No has escuchado, McDeller? —Preguntó
con la mirada distante. —No deberías hablar de esa manera, no sabes lo que
podría pasar. Los maleficios no son
algo que tomarse a la ligera, y mucho menos uno de este grado —hizo una
pausa volviendo la mirada hacia
Roseanne, clavando sus pálidos ojos azules en ella. —Deberías escuchar a tu
mejor amiga, ella sabe más de estas cosas de lo que aparenta. Y si quieres un
consejo, evítate ignorar toda posibilidad de salir de esto con vida.
Roseanne lo fulminó con la mirada.
—No me sermonees, True —advirtió
ella intentando ignorar el temor que le había provocado aquella fría mirada—.
No le tengo miedo.
El fantasma de una sonrisa se posó
en los labios de Joe.
—No he dicho lo contrario, Srta.
McDeller —dijo neutral—. Pero le convendría aceptar en buenos términos mi sermón, pronto descubrirá que las
palabras que han de salir de esta boca no suelen ser solo para alardear. Tengo
mis razones y usted debería ceder ante mi experiencia.
Rose estaba anonadada. Sabía que Joe
era raro, pero esto estaba llegando a su límite. Todos en la habitación
compartían esta impresión. Joe hablaba con tanto poder y seguridad en sí mismo
que era difícil no creerle, y a la vez increíble para un chico de su edad expresarse
de aquella manera sin flaquear ante la estupidez.
—¿Qué más saben de esa historia? —Preguntó
Jess, que casi no había dicho nada.
Rose pensó que tal vez quería bajar
la tensión entre el grupo, aunque tal vez eso era pedir demasiado.
—Bueno, se dice que si quieres visitar la escuela debes
hacerlo antes de las 3:30 pm —contestó
Ruth—. Debes
entrar y salir antes de esa hora, y puedes estar segura de que es mejor ni
siquiera pensar entrar.
—¿Por qué razón? —Preguntó Rose. ¿Por qué la gente exagera todo? ¿Qué tenía de malo esa
hora?
—Toda alma que este dentro a esa hora, quedara
encerrada para siempre —dijo Joe respondiendo a sus tres preguntas. A la
articulada y las otras dos sin pronunciar.
Rose lo miró por un momento planteándose
nuevamente la posibilidad de que este chico pudiese leer su mente. Lo hizo unos
segundos… y se rindió, eso sí que sonaba ridículo.
Verificó la hora en su móvil. 2:10 aún era
temprano. Podría ir y ver con sus propios ojos aquella secundaria abandonada,
podría, si tan solo conociese el camino. Era algo arriesgado, pero… ¿Cuándo es
que ella no estaba haciendo nada arriesgado? Desde el momento en que había
comprendido lo que su habilidad era, no se había detenido. Ella no solo veía
fantasmas, y de cierta manera ella hablaba con fantasmas. Desde que era muy
pequeña había comprendido que los fantasmas no podían articular ninguna
palabra, ellos no te decían verbalmente lo que querías oír, algunos de ellos ni
siquiera te decían lo que querías oír. Ellos eran los únicos dueños de sus
acciones, ellos no hablan, ellos te muestran.
A raíz de esto su vida no había sido pan y
mermelada, ella había tenido una infancia bastante complicada, pero se las
arregló para vivir con todo aquello que tanto le molestaba. Los espíritus. Así
que ir allí no sería realmente un problema, además necesitaba averiguar, ¿qué
hacía a ese fantasma tan diferente de los demás? ¿Cómo es que él había podido
hablar, acaso tenía una conexión no solo con el instituto, sino con ella? Era
seguro que con Joe no tuviera ninguna. Pero no podía descartar la posibilidad
de que con Silver la tuviera. De no ser así… ¿Cómo podría explicar el hecho de
que se comunicó con ella verbalmente y que sabía su nombre?
Toda una locura, pero ese era su mundo. El mundo
de Rose Lee, la chica que habla con espíritus.
—Son las 2 con 10 minutos. Aún es temprano ¿Qué
estamos esperando? —Propuso.
—¿Qué?
—Preguntaron todos
muy sorprendidos.
—Bueno —rodó los ojos—, entiendo.
Ustedes no quieren ir porque son solo unos cobardes —asintió y se bajó de la camilla—.
La enfermera ha tardado demasiado, no creo que se acuerde de que me dejó aquí.
Y tengo que ver ese espeluznante
instituto con mis propios ojos.
—¿Acaso no escuchaste? ¿O es que te estas
volviendo loca? —Preguntó Nethan parecía disgustado y un tanto
asustado.
—¡Noticia! —Exclamó Joe esperando a
que sus amigos captaran su sarcasmo—. La inestabilidad mental de Rose no es
ninguna novedad.
—Nunca pensé que iba a decir esto,
True —asintió Roseanne—. Pero eso es algo con lo que necesito estar de acuerdo.
Nethan pareció pensarlo un momento.
—Eso no se puede discutir, pero…
—Heeey… —Reclamó Rose—. Oigan, ya sé que es malditamente arriesgado. —Rose observó cómo Joe enarcaba las cejas—. Sí
Joseph, también puedo decir palabrotas.
El negó aun sorprendido.
—Solo que es… —Hizo una mueca de
disgusto—. Extraño, viniendo de alguien como tú.
Rose hizo un gesto de desdén con la mano.
—Lo que sea —dijo—. El asunto es,
que quiero conocer esta secundaria… ¿Solercry? —Joe asintió—. Solercry. Quiero
verla con mis propios ojos y si da tiempo… Me gustaría encontrar esa aula donde
se suicidó ese profesor… ¿Silver?
Joe volvió a asentir sin quitarle
los ojos de encima.
—Es más que arriesgado, Rose —señaló—.
Es suicida. La hora corre muy rápido.
—Quiero saber cómo es.
—Espeluznante, supongo —adivinó
Jessica desde la esquina donde estaba apoyada en la pared.
—¿Desde cuando eres tan curiosa, Rose? —Preguntó Roseanne con asombro.
Rose bajó sus pestañas y se quedó mirando las
manos entrelazadas.
—Si nadie me va a acompañar —suspiró
negando con la cabeza y se volvió a Joe—. ¿Podrías decirme siquiera cómo
llegar?
—Muchos han entrado, pero pocos han logrado salir —comentó Ruth tratando de hacerla entrar en razón.
Rose se encogió de hombros.
—Supongo que tomaré el riesgo —dijo—.
Suena loco, pero… No sería Rose Lee de no estarlo.
Ruth rió una vez y asintió con la
cabeza.
—Eso es cierto —admitió. Ruth clavó
sus ojos en la hermosa chica de un metro setenta con largos cabellos y rizos
castaños. Su mejor amiga desde la infancia, la niña de con los ojos del ángel.
A parte de Joe, ella era la única persona que realmente lo conocía, y se
preocupaba por ella. Joe se preocupaba por ella, aunque él se limitaba a
negarlo—. Es peligroso, Rose. Podrías no salir de allí.
Ella negó con la cabeza y frunciendo
los labios, viéndose así más pequeña.
—Sabes que no importa lo que me
digan…
Él asintió nuevamente.
—No vas a ceder —culminó por ella.
Ruth se volvió a Joe esperando
respuesta. Este exhaló con exasperación, pero aun así preguntó.
—¿Estás segura?
—¡Por supuesto! —Exclamó Rose con seguridad, volviéndose para mirar sus ojos azul
plateado. Eran tan increíblemente pálidos y brillantes.
Joe asintió con resignación.
—Muy bien, te llevaré —dijo él con voz cansada—.
Pero con una condición.
Los ojos de Rose se ensancharon pero fue Roseanne
la que habló.
—¿Acaso te volviste loco? —Silbó.
—Basta, Roseanne —exigió Rose sin
apartar la mirada de los dos ojos azules cristalinos que la observaban con
determinación—. Habla, True.
¿Una condición? ¿Qué condición podría ponerle
Joseph True?
—No te alejes de mí —dijo decidido—. Mantente siempre a mi lado, y quédate solo
donde-yo-pueda-verte y asegurarme de que estés bien, Ángel. Estoy hablando en
serio, ¿entendido?
Rose lo miró sorprendida por su petición, pero
aun así asintió.
—Entiendo —se encogió de hombros—.
Donde puedas verme.
—Te advierto —añadió—. No es nada lindo entrar allí, es más un castillo en ruinas de la época
barroca —Rose frunció el
ceño y Joe asintió—. Sí, Rose; así de antiguo y más. Unos dos siglos más viejo.
Este palacio anteriormente fue uno de los castillos que utilizaba el antiguo
Conde Nikolai Richbertowng como residencia cuando llegaba a la ciudad —comunicó. Como Rose había predicho, había más
detrás de esa historia—. El lugar está un tanto deteriorado. Han intentado derrumbarlo en
algunas ocasiones pero no han podido. Silver es más fuerte que cualquiera de
nosotros y todos juntos.
Joe le extendió su mano derecha a Rose y miró a
sus amigos a su alrededor de ellos. Todos les miraban expectantes y con cierta
sorpresa, ella no sabía decir si era por el hecho de que no habían contado toda
la historia aún o… que ella había aceptado la mano de Joe.
Su mano encajaba perfectamente en la de ella, y
Rose sintió por un momento una especie de extraño estremecimiento que le dejó
una mezcla de un sabor agradable y nauseas en la boca del estómago. Rose se
concentró en la textura de su piel, era un tanto áspera, pero no demasiado.
Eran las manos de un chico después de todo.
Sintió como el calor se posaba en sus mejillas.
—También debo mencionar que el fantasma de Silver
no es la única alma poderosa allí —él tenso la mirada. Intentaba persuadirla a pesar
de todo.
«Para ya —pensó—.No le temo a nada
de lo que dices» Esto fue más para ella misma que para él.
Rose desvió su mirada a los ojos del muchacho
frente a ella. Este entrecerró los ojos, sus pestañas rozándole las mejillas.
«¿Segura, mi Ángel?» Escuchó la voz de él en su cabeza nuevamente. Era profunda y
deliciosa, como el rozar de unas suaves sabanas de seda.
—Sí, por mi está bien. Estoy completamente segura
de ello —dijo respondiendo a sus advertencias y a la
pregunta en susurrada en su cabeza.
—Voy con ustedes.
Todos voltearon a ver sorprendidos a
Ruth.
—¿Qué?
—Roseanne casi gritó.
—¿De verdad van a ir? —Preguntó Jessica un poco nerviosa y sobándose los codos, se veía algo
de temor en su rostro. Ruth asintió y le sonrió—. Pues yo también. Quiero conocer esa tonta escuela.
—Yo también… —Decía Nethan muy emocionado y sonriente, pero su voz se quebró al
final borrándole la sonrisa del rostro—.
¡Me quedo!
—Agregó asustado lo
que a todos los sorprendió y mucho.
Rose negó fervientemente con la cabeza.
—Chicos, ustedes no tienen por qué
venir con nosotros —le aseguró—. No hay ningún problema. Solo son cosas mías, y
entiendo si les da miedo, no tienen por qué hacer esto.
—De ninguna jodida manera te vas a
quedar con toda la diversión, Lee —acusó Ruth con una sonrisa ladeada—. No seas
egoísta.
—Quiero ir, Rose —insistió Jessica—.
Parecerá extraño pero me gustan este tipo de cosas a lo GhostBuster.
Rose rió.
—Hey —Roseanne llamó su atención se
veía algo indecisa—. Soy tu mejor amiga, tonta. Si te dejo que vayas sola, ¿qué
crees que será de ti?
Ruth se giró hacia Nethan.
—Eso nos deja….
Nethan estaba con el ceño fruncido.
—Creo que más tarde voy a
arrepentirme por esto —suspiró.
Todos aplaudieron contentos, menos
Joe, él sabía a lo que se estaban enfrentando.
—Está bien —dijo Joe con expresión seria—. Vayamos rápido, no estoy realmente deseoso de quedar atrapado en esa
jodida cárcel del terror —chasqueó
la lengua.
—Bonito nombre —murmuró Rose estremeciéndose al mirarlo a los ojos.
Joe le apretó suavemente la mano y le regaló una
sexy sonrisa ladeada dejando a la vista un hoyuelo en su mejilla izquierda.
«Realmente
sexy» Se dijo Rose
sonriendo para sí misma.
|
Con Joe como guía, se dirigieron lo más
rápidamente al patio trasero del Silvercry. Algunas mesas de picnic se reunían
en la cafetería trasera, casi no había nadie, la mayoría de los estudiantes
estaban aún en sus clases. Senderos de piedra decoraban las colinas y el amplio
terreno del patio trasero. Pero rose sabía ciertamente a donde los transportaba
Joe.
Más allá del inmenso laberinto de setos
floreados, se hallaba una muralla de seto de unos seis metros y medio de alto —más seco que verde— que acercaba todo el patio dividiendo el terreno del instituto, al de
la antigua escuela. Más en cuanto se fueron acercando a él, dejando atrás el
intrincado laberinto —Del cual Rose se propuso preguntarle a Joe más
tarde— comprendió que la
pared de seto verde pútrido
no era más alta que de un metro y medio. Era la inmensa muralla de piedra
ocultada por las secuoyas y enredaderas que subían por ellas, que hacían ver
todo tan lejano y peligroso. Como un mundo perdido, prohibido.
Ahora entendía por qué nunca antes las había
notado. Llegaron a unas puertas de igual altura que la muralla y de unos dos
metros de ancho, parecían de un acero oxidado que daban la impresión de que
habían estado allí por más de cientos de años guardando un invaluable tesoro.
La puerta tenía unos grabados en círculos que la adornaban formando una cruz.
Los grabados que más le llamaron la atención fueron los que en primer lugar,
mostraban a un ángel extrayéndole el alma a un hombre. En el segundo la sujetaba
ante otros ángeles que señalaban al alma con un dedo, luego en el otro grabado
se veía al mismo ángel lanzando el alma hacia una llamarada de fuego, y el
último grabado mostraba a el alma del hombre encadenada entre las llamas viendo
como otras personas lloraban y parecían gritar mientras sombras oscuras los
apuñalaban con lanzas.
Poco después, Rose comprendió lo que querían
decir aquellos grabados. Era el ángel de la muerte reclamando un alma,
llevándola al purgatorio donde los otros ángeles le dictaban su condena y era
enviado al infierno a contemplar el peor castigo del mundo: El sufrimiento de
sus seres amados, sin poder mover un dedo para ayudarles.
Un horrible escalofrío le recorrió todo el
cuerpo.
Joe sintió como se estremecía, así que le apretó
la mano con suavidad y se volvió hacia ella dejando de buscar entre la hierba
muerta del suelo.
—¿Todo bien? —Quiso saber.
—Sí, tranquilo —le aseguró—. Es solo
que aún no hemos entrado y esto ya es escalofriante.
—¿Quieres regresar? —Le preguntó
esperanzado, ella negó con la cabeza y él hizo una mueca—. No tenemos por qué
continuar, Ángel. Solo dime que quieres regresar a esperar a la enfermera y lo
hacemos. Solo tienes que decirlo.
Ella volvió a negar.
—No —suspiró—, continuemos. Esperar
a la enfermera no es tan divertido.
Él vaciló durante un momento pero
luego asintió.
—Avísame si cambias de opinión, ¿bien?
—Le dijo apretándole nuevamente la mano.
Rose asintió y Joe se volvió a lo
que estaba.
Se concentró nuevamente en los
grabados. Hubo
otro grabado que le llamó bastante la atención, este no estaba en círculo, este
formaba una línea que llegaba a ambos extremos de la enorme puerta. E intentó
interpretarlo: Primero mostraba a seis niños, luego esos seis niños se
arrodillaban frente a un pequeño ángel que extendía sus manos al cielo. Después
mostraba a esos seis niños y al ángel luchando contra unos demonios con alas,
cuernos y colmillos. La figura a continuación fue la que más se robó su
atención. El ángel llevaba un colgante con un símbolo arcaico idéntico al que
tiene grabado el colgante que le había regalado su abuela hace dos años antes
de morir, dicho colgante el cual no se quitaba desde aquel entonces.
Tal vez solo era coincidencia.
En Overworld realizaban alrededor de diez ferias
al año y en ellas siempre había puestos donde vendían cientos de réplicas de
objetos antiguos, tal vez en Gothic también hiciesen ese tipo de ferias. Se
imaginó que esos tipos viajaran por todo el país dando sus espectáculos de circo
y esas cosas. «Seguro que mi abuela Nora le dedicó un momento de
su vida a visitar una de esas ferias y compró el colgante para mí» Pensó. No creía ser la única chica en el mundo que
lleva un colgante consigo de grabados arcaicos. «Debe haber millones de chicas que compraron uno así» Se aseguró a sí misma.
Pero, ¿por qué esperó tanto para dárselo? ¿Por
qué el día de su muerte? Rose sacudió la cabeza para intentar borrar esos pensamientos
de su mente. Su abuela le amaba, y ella solo quería que fuese en un momento
especial para dárselo, así que por eso el colgante también era muy especial
para ella. ¿El día de su muerte podía ser considerado un momento especial?
Sintió un fuerte escalofrío recorrerle desde la
punta de los piel hasta la cima de la nuca. Una mezcla de dolor, alegría y miedo
la envolvió en ese momento. Sentía dolor por ya no tener a su abuela Nora consigo.
Alegría porque aun podía recordarla en sus mejores momentos y su imagen no se
había borrado por completo de su memoria. «Ella me amaba y yo a ella» Por eso era tan especial para ella aquel regalo
que le había dado unos minutos antes de su muerte, y sentía miedo por no
conocer la conexión entre esos grabados del ángel del colgante con su abuela, y
mucho más consigo misma. Pero principalmente porque no tenía la menor idea de
lo que se hallase detrás de esas enormes puertas de los horripilantes grabados.
¿Tendrá Silver que ver con eso?
Estuvo
tanto tiempo metida en sus pensamientos y recuerdos que no se había fijado que
Joe ya había abierto las puertas y se encontraban al frente con un largo puente colgante el cual llevaba hasta un
oscuro en inmenso bosque, supuso que detrás de ello se ocultaría lo que
buscaban. Solercry.